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MARIAJOTA

La Paz

Ha muerto Irena Sendler. Es la primera vez que oigo su nombre. Esta mujer de 98 años, de rostro dulce y mirada viva a pesar de la edad, rescató de las garras de los nazis a unos 2500 niños en un gueto de Varsovia, por este motivo también se la conoce como "la madre del Holocausto". Emociona leer que ella aprendió de su padre "que hay que ayudar siempre a quien lo necesita", y así lo hizo.

Lo curioso del caso es que el año pasado estuvo nominada al Nobel de la Paz, que finalmente se llevó Al Gore por su lucha contra el cambio climático.

Pero bueno, ya sabemos que aquí hay "mucho mundo y poco cielo". Mi reconocimiento más sincero a esta mujer y mi Nobel particular para ella, sin duda.

 

Me hago mayor

Me debo estar haciendo mayor. Je, je, afirmo me estoy haciendo mayor. Soy un signo de agua, no sé si será por eso, pero el agua me fascina de siempre, puedo estar en el más fantástico de los parajes, mis ojos siempre buscarán un curso de agua, una fuentecilla, una nube que anuncie la tan preciada lluvia, si no hay cerca agua, ese lugar tan especial no será uno de mis favoritos. Del agua me gusta todo, el rumor de un arroyo empedrado, el estruendo de una cascada poderosa, el vaivén de las olas del mar, los mil y un colores que adquiere, turquesa en las magníficas calas de las Islas Baleares, gris plata en una tarde lluviosa en Tarragona, azul intenso en contraste con los cuerpos aerodinámicos de los delfines, verde "agua" en el Parrizal de Beceite, el contacto estremecedor del frío en el nacimiento del Río Pitarque, el calor intenso y relajante de los baños termales en Japón. El agua me gusta incluso viéndola girar en la "televisión de agua" como María y yo llamamos a nuestras lavadoras. En fin, que como leí en una ocasión refiriendose al mar, cuando me pongo a mirar el agua "necesito que me ayuden a mirar".

El otro día fue el río Alcanadre, huimos del bullicio de Rodellar y aterrizamos en un precioso paraje en el que sólo cabían cuatro personas, y allí llegamos precisamente nosotros cuatro con nuestras mochilas y bocadillos, hasta con termo de café, en plan dominguero total, después de la merecida siesta y de que nuestro explorador particular avanzará por el lecho del río, descubrimos una poza de agua cristalina, con una gran piedra que hacía las veces de solarium y trampolín al tiempo. Mi primer impulso, también el segundo y el tercero fue tirarme directamente al agua, que si, que no, que si, que no, me dije y me dijeron que estaba el agua fría, y lo estaba, pero no más que en otros lugares en los que me he tirado de cabeza sin pensarlo. El caso es que me quedé con las ganas.

Tan honda se me ha quedado la pena que pienso volver en breve, antes de que el caudal del río baje tanto que la preciosa poza desaparezca, y me voy a tirar, lo prometo. Porque la pena se me quedó por no disfrutar del agua y porqué ... je, je, es un síntoma de que me hago mayor, y eso si que no lo consiento. Louise L. Hay dice en sus libros que la mayoría de las cosas en la vida son una cuestión de actitud, por ejemplo, si comes algo pensando "me va a sentar mal, pero me lo como", tienes un novena por ciento más de probabilidades de que te siente mal, que si piensas lo contrario. Por eso me voy a tirar a la poza, y no me voy a enfriar ni me va a dar un frío ni nada por el estilo.

¿Casero, tradicional, de polvos?

El flan, como todo el mundo sabe, es, ha sido, y será siempre de huevo. Así de claro nos lo dejó el otro día una camarera que de amable tiene lo que yo de camarera. Así que mis dos intrépidos amigos se lanzaron a pedirlo, pese a sospechar que el flan de huevo que ellos esperaban no sería "tan de huevo" como ellos deseaban. Y por supuesto ese flan tenía de huevo lo que yo de .... (¡ah! perdón este elemento literario ya lo he utilizado más arriba), así que amablemente, éstos si, se rehúsaron a comerlo por no ser de huevo, de esos que ponen las gallinas en las granjas o en los corrales. La camarera montó en cólera, porque oye que el flan es de huevo, como el de toda la vida, y mis amigos que no, que no, que yo no lo quiero, tanto tanto se enfadó que vino, el encargado o dueño del local, a obligarnos a comernos lo que habíamos pedido, porque ese flan es de huevo, ¡¡¡¡bueeeeeeno!!!! no se le ocurrió a este buen hombre qué decir semejante barbaridad, y para convencernos nos dijo que era casero, je, je, al loro con la explicación, que dice que es casero, porque todas las mañanas cogen "los polvos de la caja" y lo hacen allí mismo. ¡Alabado! que casero es este flan, anda, anda, que se lo teníamos que haber puesto de gorro. El caso es que se salió con la suya, nos tuvimos que quedar con el flan casero y lo que es peor ¡pagarlo! Y es que esto no puede seguir así, a menos de que continúe, porque entonces el flan, flan, el de antes ¿a ese como le llamamos? ¿tradicional? ¿de los de abuela? Es una vergüenza la forma en que nos engañan, pero mira de todo se aprende, yo la próxima vez, pediré que me expliquen qué tipo de flan me voy a comer y de qué marca es. Y así luego no tendré que discutir con una camarea, o encargado o lo que sea de qué clase de flan me ha ofrecido y qué es lo que realmente me ha servido.

FAST AND SLOW FOOD

Esto es como lo de "Hombre Rico, Hombre Pobre" estamos en la sociedad de la "Comida Rápida, Comida Lenta" y acabo de tener una desagradable impresión de lo que nos espera como no nos pongamos las pilas. Llego a una especie de cafetería de esas que tienen un montón de bollería (industrial) y además dan cafés, es un autoservicio, resulta que pido un "nut" de crema,  traducción al castellano "un donuts relleno de crema recubierto de chocolate" (es que me estoy saltando la dieta estos días), y un café con leche, en esto han acertado pero el "nut" se ha convetido en un mini-croissant relleno de chocolate ¿¿¿??? No, no, perdona que no es lo que te he pedido, me voy con ella al mostrador y le señalo lo que quiero, igual que hacíamos en Japón "esto, esto, uno, uno" y nos entendían los japoneses sin problemas, en fin, lo engancha con las pinzas y me lo tira (literal) encima de la pequeña bandeja que yo misma habré de llevar a mi mesa, me perdonaréis pero yo estas formas, no, no, las capto muy bien, y le digo, "por favor, me podrías poner un plato, cuchillo y tenedor", más que nada porque no me quiero imaginar como hubiera acabado mi mano si me como semejante bomba de ingredientes con los dedazos, y de malas maneras, claro, porque les ha tocado una señoritinga, me tiran el plato y los cubiertos ahí tós revueltos con el "nut" y el café con leche que se tambalea en la bandejita. Como dice María ¡alabado!

Si, ya sé, antes de pagar, me tenía que haber ido, y además sin dar explicaciones, pero tenía tanto hambre, y la verdad es que el "nut" estaba bien bueno. Y me siento, en mi mesita, y me fijo en el resto de la gente, ahí están, con su cruasanes, pastitas, nuts y tal, encima de un mantelete de papel que oculta, por supuesto, la suciedad de la bandeja, que no lo ponen por otra cosa, comiendose sus bollerías con los dedos, excepto tres señoritingas (estas sí) que sólo tomaban café solo o té y no se ensucian nada. Y claro, en ese momento me siento la rara, la señoritinga de los cubiertos, la tocapelotas (habrá pensado la camarera), y me he sentido más orgullosa que pa qué, y me ha sentado el cafecito y el nut como si me lo hubiera comido en uno de esos sitios de "slow food". Porque al fin y al cabo y como dice Manuel "Nada había cambiado, excepto ella. Todo había cambiado".

 

 

Aburrimiento o conciencia social

Leo con estupor (gracias a Dios, que todavía estas cosas me crean estupor, de lo contrario significaría que las encuentro normales) que la gente ya no sabe qué regalar, ni que pedir que le regalen y mira por donde que ya puedes "alquilar" animales salvajes para estar un rato en contacto con ellos. La verdad es que a mi me encantaría poder acariciar un tigre blanco, o un cachorro de oso blanco, pero entiendo que esto es complicado, más que nada porque estos animalitos son SALVAJES, no soy veterinaria, ni bióloga, ni trabajo en un zoo. En fin.

Pero el colmo del estupor, si es que el estupor puede llegar al colmo, es que sigo leyendo que por una pasta gansa, puedes tener un oso en tu casa "jamematen, por la gloria de mi madre" pero no se vayan señoras y señores que aún hay más, el pobre animal te hará la gracia de bailar con hula-hop y beber fanta. ¿¿¿¿¿¿¿¿?????????? Huelgan comentarios.

Y recuerdo que hace bien pocos días una amiga me decía que no quería nada para su cumpleaños porque tiene de todo y más, porque por favor, al menos que sean cosas útiles y que había pensado pedirnos a sus amigos que el dinero que nos vayamos a gastar en su regalo lo entreguemos a una ONG, o a cualquier entidad que con ese dinero pueda hacer algo por los demás.

En esta vida, estamos eligiendo todo el tiempo, matar tu aburrimiento viendo a un pobre animal "salvaje" haciendo humanidades más o menos frívolas (yo nunca he conseguido girar el hula-hop) o emplear esa inmensa humanidad que todos tenemos en ayudar a los demás, de la forma que sea.

 

Pequeñas y GRANDES injusticias

"Aquellos lodos trajeron estos barros" o algo así dice un dicho de la sabiduría popular. Hoy me levanto indignada, una vez más, como lo hago desde hace unos ocho meses, cuando el piso de arriba fue ocupado por unos nuevos "vecinos" y decidieron que cuando ellos se levantan, yo también me tengo que despertar. Hoy por tercera vez les he llamado la atención, con educación y corrección, procurando tocar un tema tan sensible con la mayor de las delicadezas, pero a la tercera no va la vencida, o a lo mejor sí, y ellos se salen definitivamente con la suya, que es campar a sus anchas sin importarles que a las siete de la mañana su VECINA de abajo esté durmiendo. Detalles aparte, me ha parecido una injusticia que siendo yo la perjudicada, además me llamen mentirosa y me hayan dicho, como en el patio del colegio, "pues tu más". Y así llego al trabajo pensando que la gente no tiene respeto por nada ni por nadie, y que así nos va. Esta es una pequeña injusticia.

Pero, estos lodos son los que luego se traducen en GRANDES INJUSTICIAS, como el hecho que me cuenta Ana de que 24.000 niños menores de 5 años morirán hoy (hoy mismo) por falta de medicinas básicas. Imagino a los "grandes del mundo" discutiendo este problema, "oye, que la culpa la tienes tú que no me dejas dormir" y el otro diciendo "pues tu, más", "pues esto no se va a quedar así", "pues no me importa porque se lo digo a no se quien", y mientras los niños van muriendo lentamente.

Pero lo peor de todo esto es que yo pasaré el día en tensión por el rollo de mis vecinos, y mañana y pasado, y al otro, y casi no me acordaré de los veinticuatro mil (lo pongo en letra a ver si así me parecen más), y que el desánimo que me produce no poder solucionar un problema doméstico hará que ni me plantee intentar aportar un granito de arena a ese otro problema, que no deja de ser también doméstico, porque esos niños son parte de mi, tanto como mi vecino de arriba.

 

CÁNDIDA

"Un ángel con los tobillos gordos", y tanto que esta mujer es un ángel. He visto la peli "Cándida". Había oido hablar de esa pelicula, pero nada me llamó la atención lo suficiente como para ir a verla al cine, al fin y al cabo, es española, narraba la historia de una mujer que se ganaba la vida limpiando y que un buen día uno de los protagonistas de un conocido programa de radio descubría en su forma de hablar y las cosas que decía una filosofía de la vida que era digna de ser compartida con el resto de la gente.

Pensando que era una pelicula para pasar el rato así terminaron mis fiestas de navidad. Con un nudo en el pecho y en la garganta que no salía ni con los gruesos lagrimones que, en la penunbra del salón, intentaba ocultarme a mi misma y a mis compañeros de visionado, claro que todos los demás estaban igual. Si, las expresiones y la forma de hablar de la mujer son de reir, pero la vida que ha tenido este ángel es de las de ponerse a pensar muy en serio en lo que estamos haciendo todos los que tenemos la gran suerte de tener una vida "anodina".

En fin, es una buena manera de empezar el año, recordando lo afortunada que soy y teniendo muy presente a los que no son tan afortunados, aunque sean ángeles.

 

Manos llenas de vida

Manos llenas de vida

Es Navidad, tiempo de buenos deseos, de añoranzas, de buenos propósitos, de compartir, de dar y recibir. Ojalá que estas buenas intenciones nos durasen todo el año y fuesemos capaces de seguir dando a los demás, una sonrisa sincera, un abrazo afectuoso, pero limitamos nuestro buen hacer a esta época del año, como si se nos fuera a gastar la voluntad de hacer el bien.

Es una suerte haber encontrado una persona que da a manos llenas todos los días del año, y estas manos están llenas de vida de tanto dar a los demás.

Pascual, masajista, como no podía ser de otra manera. Un hombre que da sin cesar. Gracias.

 

El teléfono roto

Me acuerdo de aquel juego de cuando era niña que se llamaba el "el teléfono roto". Un grupo de personas, y un mensaje que salía desde uno de nosotros e iba pasando de boca a oreja, pero diciendolo tan rápido y de la peor manera posible para que llegara distorsionado. Y las risas que hacíamos cuando se llegaba al final y oías lo que cada uno había interpretado y lo que había dicho. ¿Qué objetivo tenía ese juego? Pasar el rato, claro, divertirse con algo tan inocente como ir tergiversando voluntariamente lo que se decía y lo que se escuchaba.

Hoy en día, sin inocencia y a veces también sin ninguna voluntad, seguimos jugando a este "peligroso" juego, si, de inocente a pasado a peligroso, porque ya no se hace para pasar el rato, sino para llenar un vacío de nuestra vida que rellenamos con las vidas de los demás. Hablo, está claro, del cotilleo, de los rumores, del hablar de los demás sólo por hablar. Y el resultado final es parecido al  de antes, el mensaje final llega totalmente distorsionado, pero la mayoría de los jugadores ya no se ríen de la misma manera. Un simple detalle de nuestra vida, después de pasar por varios emisores y receptores, que no saben de lo que hablan y tampoco les importa, puede acabar siendo algo bastante serio y peligroso.

Ante la posibilidad de iniciar una jugada de este tipo habríamos de aplicar las tres preguntas de Séneca, cuando alguien te cuenta algo que no te incumbe, podemos preguntarle ¿Sabes si lo que me estás contando es verdad? ¿Crees que es algo que me puede ayudar en algo o que realmente me interesa? ¿Alguien te ha pedido que me lo cuentes? Si la respuesta mayoritaria es NO, la siguiente y cuarta pregunta, es "entonces ¿por qué me lo cuentas?

Hay una frase que ilustra esto mismo y me gusta mucho y que es: ¿por qué tenemos dos orejas y una sola boca?

 

Yo también quiero

He creado un blog, si ya sé que para muchos esto no es nuevo, pero claro para mi es la primera vez. Hace días que me rondaba por la cabeza, pero me surgían tantas dudas al respecto, que decir, que no decir, de que opinar y como, el nombre del blog. En fin, deben ser las dudas del pre-blog. El caso es que movida por diversos acontecimientos me decido al menos a empezarlo, ya veremos como va desarrollandose esta actividad conmigo. De momento voy a ver si me hago con todas las opciones que se me ofrecen.